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Día de los Muertos en el Martim

El 2 de noviembre se celebró en el Martim un día de los difuntos divertido y especial. Todos los estudiantes recibimos una guagua de pan que decoramos con gran creatividad y emoción. Como complemento tradicional, disfrutamos de una deliciosa colada morada brindada por los comités de padres de familia de cada promoción.

Desde pequeños conocemos estos son símbolos de la festividad del Día de Los Difuntos en nuestro país; pero, son muy pocos quienes realmente saben la historia detrás de estas comidas típicas. ¿Cómo llegamos a asociar las guaguas de pan y la colada morada con el Día de los Muertos?

Las guaguas de pan, en un principio, eran llamadas simplemente pan de finados. Era un pan sencillo, sin panela ni azúcar, hecho de grasa de cerdo, mantequilla y huevos. Se consideraba una muñeca de luto, por lo que se pensaba que no podía ser dulce. Fue recién en la década de los 80 cuando se empezó a conocer la guagua de pan que amamos hoy en día. Fueron renovadas y ahora vienen en cualquier sabor imaginable: dulce de guayaba, mermelada de distintas frutas, dulce de leche o chocolate.

El origen de la colada morada, sin embargo, es más complejo. Esta bebida se elaboraba siempre al inicio y al final de la época de cosechas en el mundo andino. Su preparación era considerada un lujo y, por lo tanto, era toda una fiesta. La colada morada es una bebida propia de los indígenas de los andes ecuatorianos que originalmente se preparaba a base de la harina de maíz negro, que al ser cocida tomaba el tradicional tono morado que todos disfrutamos. Con el paso del tiempo, se le agregó distintos edulcorantes como panela, azúcar morena o blanca. Otro de los ingredientes indispensables de la colada morada es la combinación del agua de distintas hierbas, entre ellas cedrón, hierba luisa, hoja de arrayán y naranja, acompañadas de especias como canela, ishpingo, clavo de olor, anís estrellado y pimienta dulce. En esta agua aromatizada se pone a cocer la harina de maíz negro con el jugo de guayaba, naranjilla y piña; en algunas recetas, también se incluye el jugo de mora y mortiño, que le dan un toque morado adicional a la preparación. Como toque final, se agregan pequeños trozos de frutas, principalmente piña, frutilla y, hasta, babaco.

Poco a poco, este plato tradicional ha ido evolucionando, para convertirse en la bebida tan popular que conocemos hoy en día. Todos amamos la colada morada, pero lo que la hace especial es que cada familia tiene una receta distinta y especial, dándole un toque único.

La colada no solo es una comida para nosotros, sino también toda una experiencia. Cuando la tomamos, ocurre un momento de unión entre las personas. Se forma una comunidad alrededor que nos permite interactuar con nuestros seres queridos. Al recordar la colada morada, no se nos viene a la memoria solo el sabor dulce, sino también todos las bellas experiencias que tenemos con nuestra familia.

Nota creada por: Raissa Didonet.

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